Desde las calles de Venezuela hasta las pasarelas de Nueva York, María Morell no solo viste moda: la interpreta, la resignifica y la traduce en historias con alma latina. Fundadora de MMTS, su estudio creativo con base en la Gran Manzana, esta directora creativa, stylist y estratega de marcas trabaja con diseñadores emergentes y grandes firmas para construir narrativas visuales con raíz y visión global. En esta entrevista íntima para Chicas Guapas TV, nos revela cómo transformó el caos tropical en orden creativo, su lucha entre estética y propósito, y cómo la autenticidad puede convertirse en un acto de resistencia en una industria saturada de estereotipos.
¿Cuándo sentiste por primera vez que la moda era tu idioma?
La moda me habló desde muy temprano: era niña en Venezuela, y a los cinco años ya discutía con mi mamá porque yo quería elegir mis propios outfits. Desde esa edad supe que esto era más que una afición: era mi pasión. Aunque creciendo allá nunca lo vi como una posibilidad real, la vida —con sus vueltas— me fue guiando y abriéndome caminos. Miami me dio herramientas y, al llegar a Nueva York a los 21, entendí que ese lenguaje era definitivamente mío. Las telas me mostraban historias; y yo había nacido para contarlas.


¿Qué significa “ser latina” en una industria global que aún nos exótica?
Ser latina es ser parte activa de un ecosistema creativo que ya no pide permiso; somos creatividad con voz, liderazgo y propósito. No somos una curiosidad exótica sino una fuerza presente y poderosa.
¿Cómo se lucha con estética, corazón y estrategia?
En MMTS combino esas tres dimensiones: la estética que emociona, el corazón que conecta y la estrategia que sostiene. Desde Nueva York, acompañamos a diseñadores y marcas emergentes con dirección creativa, desarrollo de campañas, consultorías estratégicas, producción de contenido y PR, siempre respetando su identidad y su ritmo. Porque trascender no debería ser un golpe de suerte, sino el resultado de un proceso profesional con visión, estructura y alma latina.
¿Qué latidos tiene tu estudio en Nueva York?
MMTS late fuerte con idea, acción y empatía. No es solo una agencia: es plataforma de estilismo, comunicación estratégica, mentorías y alianzas —una red que construye estructura donde antes había vacío.
¿Cómo se traduce el caos tropical en orden creativo?
El caos regala materia prima creativa: la energía latina, la mezcla cultural. Lo ordenamos con propósito y estrategia: convertimos talento sin pulir en propuestas sólidas listas para un escenario global.
Si tu historia fuera una pasarela, ¿qué banda sonora tendría?
Tendría tambores caribeños, voces femeninas que no piden permiso y bajos que retumban. Sería ritmo con propósito: un soundtrack con fuego, fuerza, y mucho estilo.


¿Quiénes serían los modelos que te acompañaron?
Los que no caminan por las pasarelas, pero dejan huella: mi abuela frente a su máquina de coser, mi familia que siempre estuvo, amigas que creyeron en mí cuando todo era incierto, y los diseñadores anónimos de Latinoamérica, que crean con más corazón que recursos.
¿Qué aprendiste al trabajar con marcas icónicas?
Tener de clientes que alguna vez admiré como clienta —como Badgley Mischka, de quien fueron mis primeros zapatos de diseñador— me hizo entender que nuestros sueños están mucho más cerca de lo que pensamos. Fue un círculo que se cerró con gratitud y con un nuevo nivel de conciencia creativa. Aprendí a leer el alma de una marca y traducirla en una narrativa visual potente. Pero también descubrí lo que no quiero: dejarme absorber por un sistema que muchas veces olvida la voz propia. Por eso hoy elijo proyectos donde la estética y el propósito se encuentren con autenticidad.
¿Y qué decidiste desaprender para ser María Morell?
Tuve que desaprender a esperar que todo estuviera “perfecto” para lanzarme. Solté la urgencia de sobresalir con lo visible y rescaté el valor de lo profundo. También dejé atrás la idea de que debía encajar en un molde global para ser tomada en serio. Hoy opto por crear con autenticidad, convicción y libertad —no por aprobación. Mi voz no busca agradar, busca resonar.
En un mundo saturado de imágenes, ¿cuál es tu verdad visual?
Busco la imagen que vibra. No lo perfecto, sino lo honesto: íntimo, tropical, elegante, a veces caótico, siempre con raíz cultural y propósito.
¿Qué historias te obsesiona contar con cada campaña?
Las que están invisibilizadas: el proceso detrás de la prenda, la memoria que está en cada tejido, la narración cultural que rompe estereotipos. Me obsesiona mostrar lo que antes se dejaba fuera.
Hablás de autenticidad, ¿cómo se cultiva sin que la industria te triture?
Con comunidad, filtros creativos y límites claros. Empiezas por saber qué voz quieres amplificar, crear red de apoyo y proteger el proceso sin ceder tu esencia.
¿Cómo ves el futuro de la moda en Latinoamérica?
Veo protagonismo real, con voces propias, liderazgo femenino, innovación cultural y sostenible. Tejidos con historia, marcas que hablan su idioma, más sistemas y menos dependencia de miradas externas.

¿Tenés un ritual creativo?
Sí, es casi un trance íntimo. Pongo la música adecuada, enciendo una vela, apago el ruido del mundo digital… y practico EFT Tapping para conectar conmigo misma y liberar cualquier bloqueo. Luego, escucho atentamente: a veces es una palabra, una imagen o un recuerdo lo que detona la chispa. Es un ritual breve, pero profundamente sagrado. Es el espacio donde la intuición toma el mando.
Y por último, si pudieras hablarle a tu “yo” del inicio, en Miami, ¿qué le dirías con el corazón que hoy llevás puesto?
Le diría que su acento y sus raíces son su poder. Que la mezcla que la hace sentir rara, en realidad la hace única. Que confíe: no está perdida, está comenzando un viaje que cambiará el juego. Y que todo lo que alguna vez soñó hacer, sí existe y está disponible para ella; solo debe seguir adelante con valentía y paciencia.
María Morell no se adapta: se manifiesta. En un mundo donde la moda a menudo prioriza lo superficial, ella elige la profundidad, la identidad y la narrativa como estandarte. Con cada campaña, cada mentoría y cada proyecto, María abre espacio para nuevas voces latinas que —como ella— entienden que lo auténtico no se imposta, se cultiva. Y que ser visibles no es suficiente: hay que resonar.