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¿Cuál fue el momento exacto en que supiste que lo tuyo era contar historias?
Contar historias llegó a mi vida muy joven. El momento exacto fue en mi primer año en Buenos Aires, donde salí al mundo a ver qué sucedía y conocí el mundo del detrás de cámara. El arte colectivo que se trabaja es único. El cine no solo cuenta historias, sino que tiene el poder de transformar emociones y conectar profundamente con las personas. Todos los realizadores buscamos lo mismo: llevar esa emoción a la pantalla. Mi vida cambió completamente después de ese año en Argentina; entendí que iba a contar historias toda la vida gracias a esto.
¿Qué significa para vos ser mujer detrás de cámara en una industria que históricamente fue masculina?
históricamente fue masculina?
Ser mujer en esta industria tiene un doble desafío: por un lado, romper estereotipos y expectativas, y por otro, demostrar que el talento no tiene género. En los últimos años, he sentido que el cambio es posible y que cada vez más mujeres ocupan espacios importantes. La mujer hoy en la industria está poniendo la sensibilidad y la estrategia que balancea todos los cambios que vienen sucediendo en estos últimos tiempos. Admiro mucho a las mujeres que sostienen banderas enormes, son grandes referentes que me alientan a seguir estudiando, creciendo y creyendo que todo lo que me propongo es posible.
¿Recordás el primer rodaje en el que sentiste: “acá estoy, esto es lo mío”?
Siempre, por alguna razón, la sensación estuvo ahí, desde el inicio cuando hacía los videos para el bachillerato artístico de la secundaria, hasta hoy. En mis días lindos y no tanto, “esto es lo mío” es lo único que me repito. Quizás en los inicios, por Montevideo, haciendo algún videoclip independiente con amigas, donde tenías que hacer todo, todo, todo. Hasta llegar a shows importantísimos como el de Jorge Drexler y Zoe Gotusso con Itaú, o cubrir un antel arena con OLGA, Migue Granados, salir del rodar destruida pero más feliz que nunca, mirar el material, el equipo humano y sentir: esto es lo mío. La adrenalina de estar ahí, creando, haciendo que las cosas sucedan, contando esa historia que planeaste y verla en pantalla, me dio esa seguridad.
Desde Uruguay hasta el mundo: ¿qué desafíos y oportunidades encontraste en ese salto?
Uruguay, en todos los sentidos, es lo máximo. Te permite experimentar en un espacio seguro, estudiar, equivocarte y salir al mundo a conocer nuevos métodos para romperla.
Siempre con la idea de volver y nutrir al paisito con todo lo que el mundo tiene para dar. En Uruguay están pasando cosas increíbles: hubs audiovisuales posicionándose internacionalmente, fondos nuevos, festivales, productoras fusionándose con plataformas enormes… estamos en constante crecimiento y estoy orgullosa de eso.
Afuera, el principal desafío fue adaptarme a una industria completamente diferente, con un nivel de competitividad altísimo. Pero las oportunidades también fueron increíbles, y como dicen: el “no” ya lo tenés. Te sorprendería cuántas personas te dicen que sí. Poder trabajar con talento internacional y en proyectos tan diversos te da una perspectiva mucho más amplia de lo que el cine y como las producciones pueden ser. Fue ahí donde realmente entendí lo que quería lograr, pero también todo lo que todavía me falta aprender. Es un proceso continuo, y de eso se trata.
¿Qué lugar ocupa el networking en tu carrera y cómo construís relaciones genuinas en una industria tan competitiva?
El networking es importantísimo. No se trata solo de venderte o vender tu idea, sino de encontrar personas que compartan tu visión y que quieran trabajar con vos de forma honesta. Con esas reglas de juego: salí, conocé gente, no tengas miedo de hablar con personas que no conocés, presentate, ofrece tu trabajo, ¡intercambia contactos! No sabés todas las oportunidades de fusión que hay detrás de cada ser humano. Yo siempre trato de ser transparente. A veces el vínculo es pura y exclusivamente laboral, y eso está perfecto también. La idea no es ser amigo de todos, sino que conozcan que existís y quizás, algún día, te necesiten para algún proyecto. Hay otras personas que ojalá me acompañen toda la vida más allá de lo laboral, y eso es algo hermoso que te da esta industria: conocer familia increíble que elegís una y otra vez.
¿Qué tiene que tener un proyecto para que digas: “sí, quiero ser parte de esto”?
Un proyecto tiene que emocionarme. Necesito sentir que hay algo especial en la historia, que tiene un propósito. Por ejemplo, MATAGATO, un cortometraje que produje, me fascinó desde el primer momento. La historia me atrapó y la mirada de los directores me pareció increíble. Dije que sí sin pensarlo, y hoy ese corto recorrió el mundo, con premiaciones y selecciones en festivales, incluso en BIFAN, Corea del Sur. Si un proyecto tiene un enfoque genuino, si hay pasión en los involucrados y la historia realmente resuena conmigo, no puedo decir que no. Ahí voy a estar con mi 100%.
¿Cómo gestionás la presión de estar al frente de equipos técnicos siendo joven y mujer?
La clave está en la preparación y en la confianza en el trabajo en equipo. Trato de liderar con el ejemplo: siendo organizada, clara en la comunicación y mostrando respeto por cada miembro del equipo. Somos todos igual de importantes y tenemos un fin común. Los equipos son colaborativos, y mi trabajo no es solo dirigir, sino también escuchar, aprender y tomar decisiones firmes cuando es necesario. La idea de esto es que todas las áreas fusionen en perfecto estado. Me apoyan mucho las personas con las que trabajo, y en eso esta gran parte de mis logros.

¿Cuál fue el rodaje más desafiante de tu carrera y qué aprendiste de él?
Uno de los rodajes más desafiantes fue un trabajo que hice para Corona con Diego Weisz. Tuvimos solo siete minutos de eclipse para sacar la foto perfecta, empatar el sol con las luces y simular meter el eclipse dentro de la botella, generando que el sol tapado por la luna sea la lima de Corona. Fue un trabajo de producción increíble que requirió tal exactitud… El equipo fue excelente y la imagen llegó a todo el mundo, desde Brasil hasta Moscú. Fue una experiencia que me enseñó la importancia de la precisión y la capacidad de resolver situaciones de alta presión de manera creativa.
En un mundo lleno de imágenes, ¿cómo encontrás tu propia voz?
Creo que la clave está en ser fiel a uno mismo y confiar en lo que te inspira. Cada voz se encuentra en cómo se interpreta lo que ves y cómo lo sentís. Cada proyecto tiene su propio estilo, y el mío ha ido evolucionando y cambiando constantemente con el tiempo. Lo importante es seguir explorando y cuestionarme qué quiero decir con cada imagen que creo. Lo más importante; no parar nunca de crear, sin importar si es bueno, malo, una obra maestra o una servilleta que vas a tirar a la basura, pero libera tu espíritu creativo! Nunca apagues ese motor, la voz cambia, pero la llama cuidarla encendida.
¿Qué consejo le darías a una chica latina que sueña con ser productora?
Le diría que confíe en su visión, con constancia y aprendizaje. Que se rodee de un buen equipo y empiece por algún lado; nadie es bueno de primera. La industria puede ser desafiante, pero si te mantenés auténtica y en constante estudio, las oportunidades llegan. ¡Lo juro! No dudes en tomar riesgos, ahí está lo divertido. Apoyate en la comunidad, en las personas que te inspiran, no pares de conocer gente y nunca pierdas la fe en lo que hacés. La producción es un trabajo colaborativo, pero la semilla empieza dentro tuyo. Animate a que te guste lo que haces.
¿Cómo cuidás tu sensibilidad creativa cuando el ritmo de la industria exige tanto?
Para mí, es fundamental encontrar momentos de calma. La industria puede ser muy demandante, pero trato de desconectar cuando puedo, ya sea leyendo, haciendo música, compartir con mi familia, caminando o encontrando algo que me permita recargar energías. La creatividad también necesita espacio para fluir, y si no le das ese tiempo, hay chances de que haya crisis creativa… Es un equilibrio delicado, pero siempre trato de hacerme un espacio para cuidar mi bienestar y encontrar el balance. Soy de las que cree que se puede todo.
¿Qué proyectos te ilusionan hoy y hacia dónde te gustaría seguir creciendo?
Me encanta la idea de seguir trabajando en proyectos que me desafíen tanto a nivel creativo como técnico. Ahora estoy montando un cortometraje que produje también, que sale este año junto con Bruno Rosso, amigo y excelente cineasta; una historia de amor llamada Efímero, y me tiene muy entusiasmada. Estamos trabajando en una ruta de festivales muy entusiasmante.
La idea de producir no es solo hacerlo posible en rodaje sino posicionarlo y lograr que llegue a más audiencia, más personas que empaticen con la sensación de nuestros personajes. Me gustaría seguir expandiendo las diferentes aristas que el audiovisual ofrece, no solo cine y películas, sino también videoclips, comerciales, colaboraciones con marcas y artistas del mundo. Me emociona saber que en este rubro no hay límites.